Podrías ahorcar a la vida, pero cuando te dieses la vuelta te daría una patada por algo que te mereces: un error, un corazón roto, un paso en falso...
Así que trátala bien, escúchala, ámala aunque a veces sea ingrata.
Los caminos están ahí desde siempre, las señales solo están para el que las sepa ver.
Mira más arriba de tus hombros y encontrarás esa cara amable al atardecer.
Las salas de espera pueden ser buenas si esperas algo bueno.
Deja de comerte la cabeza y siempre ve con la verdad por delante. Te hará bien.
E hijo mío, escuchame cuando te hable y sigue mis consejos, pero comete tus propios fallos, yo los entenderé, porque te quiero más que a nada en el mundo y te comprendo más que a nadie.
Aquí me despido, tengo que ver a una preciosa rubia de ojos grandes y sonrisa de niña.
martes, 30 de noviembre de 2010
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1 comentario:
Me encanta este post. Es emocionante leerte. Un beso te quiero, ya lo sabes; tan solo no lo olvides.
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