domingo, 25 de septiembre de 2011

No hay ayer

El maquillaje se derrama por sus mejillas, quedan puntos negros cerca de sus ojos. Puntos que se apagan como ecos en la noche. Está bien, es feliz. Y ella lo nota. Lo mira caminar a su lado, en la habitación en penumbras. Su cuerpo es suyo también, su mente llama por ella a todas horas, de día y de noche. Su alma ya no se marchita, solo se convierte en vino joven y fuerte.
Ya no existe el ayer, nunca lo necesitó.