sábado, 13 de diciembre de 2014

La verdad.

La verdad sea dicha no está reñida a tus silencios, a tus lloros, a tus súplicas...
Está ligada íntimamente a esos besos clandestinos y húmedos, a esas palabras llenas de corazón.
El no está aparcado, varado en el fondo de un vaso lleno de ilusiones, problemas resueltos y felices finales.
El necesario resurgir de lo que tuvimos puede alcanzarnos despiertos pero soñando siempre serán mejores.
Nunca, nunca he dejado que te cayeses.
Siempre, siempre he estado para levantarte. Me es lo mismo una o mil veces.
No es el número lo importante, es el cuándo. Es el porqué. Hacemos cosas sin saber siquiera el porqué, pero hay que hacerlas descifrando el acertijo.
Ser mejores, ser más buenos, ser más puros.
Mirarnos al espejo y con una sonrisa en la cara retirarnos satisfechos antes de que empiece la próxima batalla.

martes, 28 de octubre de 2014

Es todo lo que pido















Seguramente el niño (o niña) que perdió este juguete y yo no nos vamos a ver en la vida, pero siento que tengo que hacer algo. Ese algo es dejar este precioso, viejo y usado juguete en algún lugar para que alguien más puede jugar y soñar con el. Lo encontré un día en la calle y la verdad es que una sonrisa súbita asomo a mis labios ya no tan niños. Y me lo guardé. Lo metí en mi bolsillo y seguí mi marcha. Apenas mi cerebro reparó unos instantes en esta moto roja y blanca. Llegué más tarde a mi casa y con emoción la enseñé. Cuando era pequeño, yo cuidaba los juguetes como si fueran oro. Y lo eran, eran oro. No se puede ser más feliz con algo hecho casi totalmente de plástico e inanimado. Eran perfectos la verdad.
Así que lo dejé al lado de una pila de libros y lo olvidó. Reposaba junto a miles de palabras, como si el ser inerte de plástico hablase a suspiros con los libros, también como el, silenciosos, pero éstos por lo menos llenos de palabras de todo tipo.
Un día me quedé mirando sus colores colchoneros y me dije que tenía un pacto tácito con el maravilloso y tímido niño que un día fui. Así que mañana le diré hasta siempre a este juguete y me iré. Espero que alguien lo recoja y le haga feliz.
Es todo lo que pido.

martes, 21 de octubre de 2014

Se perdió la magia

La tenía en un bolsillo hace tiempo pero se perdió para siempre, la tenía guardada en el alma
pero se extravió para siempre.
No era magia blanca, ni menos negra.
Era magia pura.
De bellos corazones transparentes y sonrisas felices en la cara.
De rosas rojas de sangre y lágrimas sublimes de agua.
Se me perdió la magia.
Y ya es la segunda vez.
Me acuerdo escapando a través de una pared. De niño. Una vez.
La segunda un beso perdido en tu mejilla. Otra vez.
Se perdieron cosas.
Se perdió otra vez.
Y la magia hay que ir a buscarla.
Y si no inventarla.
Otra vez.

martes, 14 de octubre de 2014

GASA

Don Finolis tiene la tez morena, los ojos oscuros normales, la voz podría ser la de un galán de radionovela antigua: fuerte, lenta, pausada; mide cerca de uno setenta y pesa cerca de noventa quilos, descuida bastante su alimentación, le queda poco pelo aunque sigue siendo un presumido. Es tan presumido que cree que no hay nadie en el mundo que se le compare. ¡Qué presumido!, ¿verdad?, pero bueno los malos siempre son presumidos, no hay malos humildes, por lo menos en estos momentos no los recuerdo. Hace mucho que no quiere a nadie, aunque es posible que algún día quisiese a alguien. Eso no lo sabremos ni nos interesa. Eso pertenece al pasado, y por ahora, no se puede volver físicamente a el.
Es bastante gruñón y dicen que cuando se enfada y tiene mucha hambre pide niño para cenar, niños rellenitos a los que les encanta el chocolate, porque al estar llenos de chocolate están más tiernecitos y así son más fáciles de masticar. Porque a nuestro protagonista le faltan la mayoría de los dientes y eso que casi no come dulces pero le tiene miedo a los dentistas. Sí, ésos son los verdaderos reyes de los dientes, cuando un niño pierde un diente y lo deja debajo de la almohada, cuando se duerme su padre llama al dentista para intercambiar el diente por oro, dinero, o a veces, whisky, dependiendo de la necesidad y del peso, claro está.
Lo malo es que a Don Finolis no le dieron nada por sus dientes y por eso le caen mal los dentistas y no habla con ellos. El es de un tiempo pasado cuando aún no existía el Gremio de los Sacamuelas Asociados, también llamado GASA.

lunes, 13 de octubre de 2014

Esa actitud llamada rabia

Hay que usar la rabia que siente uno como uno de los instrumentos más poderosos para luchar y finalmente, ganar.
Esa rabia no tiene que dejar ningún poso. Ni odio, ni miedo. Pero puede uno guardarla en una estantería lejana y a la vez, fácil de encontrar en el quinto pino, anexo 2 del cerebro.
Y así a medida que se lucha y se gana (sobre todo contra uno mismo, la lucha contra los otros es secundaria e irrelevante. Cuando te superas a ti mismo, ya has ganado. Lo demás solo viene de la mano después), puedes dejar la rabia aún más escondida, pero siempre a mano para cuando necesites un extra. Y esa rabia se convierte en ganas de mejorar, ganas de ganar.
Así que todo puede ser usado en beneficio de la mejora de uno mismo.
Y hay que usar todos los medios, porque el precio a pagar es alto, y los adversarios son visibles, pero sobre todo invisibles.

lunes, 12 de mayo de 2014

Seguir viviendo

Este sucio mundo es un vertedero nauseabundo, pero hay momentos, instantes, reflejos de felicidad que se te clavan en el alma, esos ojos almendrados que solo te irradian paz y calma, plenitud y totalidad. Hay que pelear por esos momentos, breves pero inmortales. Solo los fuertes sobreviven a esta realidad.
Tal vez en otra las almas estarán completas.
Pero en ésta no.
Hay que seguir, seguir. Y cuando no podamos más: seguir.
Luchar no ya solo por uno. Luchar por los demás, por los que importan de verdad.
Seguir.
Luchar.
No claudicar.
Esperar a que esos ojos no derramen lágrimas de tristeza.
Solo poderosas razones para seguir viviendo.
Y luchar.

sábado, 22 de marzo de 2014

Digno de mención

Esa siempre recurrente sensación de malestar en el estómago, parece que el corazón tira hacia su vera de él, que se quiere fusionar para poder aguantar los golpes un poco más, digerirlos, engullirlos y defecarlos. Y así olvidarse de ellos. Esos golpes certeros al epicentro del dolor. Para poder aguantar cual borracho funambulista sobre hilo de oro, sin mirar hacia abajo donde una maraña de venenosas serpientes esperan un festín soñado. Deshacerse de todo lo que sea alimento para el alma, es mejor ser un eremita en tu propia catedral de barro que un salvador vendido por unas cuantas inservibles monedas. Es mejor sufrir por lo válido que esperar a que la verdadera naturaleza de una persona cambie así porque si. Se viene solo en este mundo por las entrañas calientes de un ser que te ama, y se va uno de este mundo con el fuego eterno o en una fría y también eterna cueva. El transcurso entre uno y otro es lo que puede ser digno de mención.

sábado, 22 de febrero de 2014

Una pequeña charla.

A veces me siento a hablar conmigo mismo, casi nunca me gusta de lo que hablo, pero si hay que hablar de las cosas buenas y amables, más importante si cabe es hablar de lo malo y oscuro. Me siento a hablar y saco un trapo para limpiar la suciedad de mi corazón, saco agua del pozo de mi conciencia e intento limpiar algún pensamiento perdido, solo para fijarlo con una chincheta en algún rincón en el que no duela tanto.
Y mi otro yo acaba por darme una palmada amistosa en mis huesudos hombros, me mira con una sonrisa forzada afirmando que este mundo no es para mí, pero que hay que andar, aunque cueste hay que andar, se levanta y por miles de mis poros entra en mi alma, y así el mundo ya no me parece tan cruel, y aunque haga mucho frío fuera en mi interior no se está nada mal.

Antes de partir.

Ese chico vale cien millones. Digo, ese chico puede decir que vale cien millones, que alguien pagó cien millones por el.
Tu vales mucho mas, me dice ella. La verdad es que no se si es verdad, pero me da un vuelco el corazón y acto seguido se pone a bailar, mi corazón. Lo dice con una sonrisa en los labios.
Es una cosa maravillosa saber que para alguien en el mundo vales mucho más que cien millones.
Algún día se lo demostraré, antes de que el abismo tire aún más de mis pies hasta su fondo.
Antes de partir.

jueves, 20 de febrero de 2014

El viaje de los dientes.

Hoy es uno de esos días, uno de esos días en los que uno duerme tan profundamente que un sueño de un instante puede parecernos eterno, tan profundamente que literalmente uno cae en el vacío más profundo de la mente, como sin moverse uno de cama diese un garbeo por el universo, comprase unos caramelos y antes del amanecer se recostase de nuevo en su cama. Ojo, esto todo desde la cama.
Hoy soñé muchas cosas interesantes, fascinantes...
Soñé que no tenía dientes, soñé que tenía 30 años. Soñé que soñaba con el día de hoy. Pero no tenía dientes.
Y no se me caían por cosas relacionadas con la caída de los mismos. Tenían vida propia e inteligencia acorde a esa vida. Y la mayoría querían ver como era la vida fuera de mi boca. Y yo los dejé partir, evidentemente eran mis dientes, pero tarde o temprano hay que dejar a tus dientes salir, explorar el mundo, vivir su propia vida. Es algo que siempre ocurre. Y conmigo pasó más de lo mismo.
La mayoría tenían la misma razón para marcharse: ver mundo. Viajar, disfrutar del mundo fuera de mi boca. Y les dije que iba a ser difícil, porque tuvimos una pequeña charla, de hombre a dientes; una especie de asamblea con ruegos y preguntas, con sugerencias y más preguntas. Vamos, lo que una asamblea es, ni más ni menos.
A lás mil y una cosas que a mis pasados dientes les ocurrieron no vamos a relatarlos en este instante, tal vez en futuro cuando nuevas situaciones dentales ocurran se contarán las andazas de estos dientes viajeros. O tal vez no. Eso es lo maravilloso de las historias, unas ocurren, otras no ocurren pero son contadas, y a muchas otras no les pasa ni una cosas ni otra pero se cuentan de todas formas. Es la única bonita mentira que existe en este mundo: las historias.
Así que hoy soñé que no tenía dientes. Y la verdad es que fue un gran sueño, hasta creo que en mi sueño reía y dormido una sonrisa en mis labios se dibujaba acordándome de ese momento donde todos mis dientes marcharon a ver mundo, a vivir su propia vida, y yo los dejé ir. Hay veces que es bueno dejar ir las cosas.

jueves, 23 de enero de 2014

Defraudo

La verdad es que todo el mundo te defraudará tarde o temprano. Ayudas y tus esfuerzos rara vez se verán recompensados. Tu mismo tienes dos, tres, cuatro personalidades. Todas distintas y todas con un mismo patrón: tu mismo.
Tu también defraudarás, seguramente pienses que no, pero es así, tu también caerás. La mayoría somos gigantes con pies de barro en una lluvia interminable, nos sentimos fuertes, poderosos, únicos, invencibles, superiores. Nos sentimos superiores. Tiene razón ése que exclama que mientras menos sepamos del mundo más felices somos. La ignorancia es felicidad y no se alarmen, es una verdad universal.
Y no pasa nada, entendiendo la ignorancia como el no conocimiento de las cosas. Sobre todo usado como un escudo, un escudo broncíneo que solo refleje nuestros puntos a favor, nuestra fuerza, nuestra luz. Un escudo límpido...
Lo dicho, defraudar y ser defraudado.
Casi es mejor vivir en una isla desierta para la eternidad, y convertirse en un filósofo magnánimo, en un dios sublime y cercano que juegue a los dados con el sol y que se acueste placenteramente con la luna.