sábado, 22 de marzo de 2014

Digno de mención

Esa siempre recurrente sensación de malestar en el estómago, parece que el corazón tira hacia su vera de él, que se quiere fusionar para poder aguantar los golpes un poco más, digerirlos, engullirlos y defecarlos. Y así olvidarse de ellos. Esos golpes certeros al epicentro del dolor. Para poder aguantar cual borracho funambulista sobre hilo de oro, sin mirar hacia abajo donde una maraña de venenosas serpientes esperan un festín soñado. Deshacerse de todo lo que sea alimento para el alma, es mejor ser un eremita en tu propia catedral de barro que un salvador vendido por unas cuantas inservibles monedas. Es mejor sufrir por lo válido que esperar a que la verdadera naturaleza de una persona cambie así porque si. Se viene solo en este mundo por las entrañas calientes de un ser que te ama, y se va uno de este mundo con el fuego eterno o en una fría y también eterna cueva. El transcurso entre uno y otro es lo que puede ser digno de mención.

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