martes, 28 de octubre de 2014

Es todo lo que pido















Seguramente el niño (o niña) que perdió este juguete y yo no nos vamos a ver en la vida, pero siento que tengo que hacer algo. Ese algo es dejar este precioso, viejo y usado juguete en algún lugar para que alguien más puede jugar y soñar con el. Lo encontré un día en la calle y la verdad es que una sonrisa súbita asomo a mis labios ya no tan niños. Y me lo guardé. Lo metí en mi bolsillo y seguí mi marcha. Apenas mi cerebro reparó unos instantes en esta moto roja y blanca. Llegué más tarde a mi casa y con emoción la enseñé. Cuando era pequeño, yo cuidaba los juguetes como si fueran oro. Y lo eran, eran oro. No se puede ser más feliz con algo hecho casi totalmente de plástico e inanimado. Eran perfectos la verdad.
Así que lo dejé al lado de una pila de libros y lo olvidó. Reposaba junto a miles de palabras, como si el ser inerte de plástico hablase a suspiros con los libros, también como el, silenciosos, pero éstos por lo menos llenos de palabras de todo tipo.
Un día me quedé mirando sus colores colchoneros y me dije que tenía un pacto tácito con el maravilloso y tímido niño que un día fui. Así que mañana le diré hasta siempre a este juguete y me iré. Espero que alguien lo recoja y le haga feliz.
Es todo lo que pido.

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