La verdad sea dicha no está reñida a tus silencios, a tus lloros, a tus súplicas...
Está ligada íntimamente a esos besos clandestinos y húmedos, a esas palabras llenas de corazón.
El no está aparcado, varado en el fondo de un vaso lleno de ilusiones, problemas resueltos y felices finales.
El necesario resurgir de lo que tuvimos puede alcanzarnos despiertos pero soñando siempre serán mejores.
Nunca, nunca he dejado que te cayeses.
Siempre, siempre he estado para levantarte. Me es lo mismo una o mil veces.
No es el número lo importante, es el cuándo. Es el porqué. Hacemos cosas sin saber siquiera el porqué, pero hay que hacerlas descifrando el acertijo.
Ser mejores, ser más buenos, ser más puros.
Mirarnos al espejo y con una sonrisa en la cara retirarnos satisfechos antes de que empiece la próxima batalla.
sábado, 13 de diciembre de 2014
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