Hay que usar la rabia que siente uno como uno de los instrumentos más poderosos para luchar y finalmente, ganar.
Esa rabia no tiene que dejar ningún poso. Ni odio, ni miedo. Pero puede uno guardarla en una estantería lejana y a la vez, fácil de encontrar en el quinto pino, anexo 2 del cerebro.
Y así a medida que se lucha y se gana (sobre todo contra uno mismo, la lucha contra los otros es secundaria e irrelevante. Cuando te superas a ti mismo, ya has ganado. Lo demás solo viene de la mano después), puedes dejar la rabia aún más escondida, pero siempre a mano para cuando necesites un extra. Y esa rabia se convierte en ganas de mejorar, ganas de ganar.
Así que todo puede ser usado en beneficio de la mejora de uno mismo.
Y hay que usar todos los medios, porque el precio a pagar es alto, y los adversarios son visibles, pero sobre todo invisibles.
lunes, 13 de octubre de 2014
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