El pan de la vida es necesitar a otras personas para vivir, pero dentro de lo real, dentro de lo nomal.
Hay siempre un espacio propio, un rincón que es nuestro coto privado, y a donde entran muy pocas personas (a veces, ninguna)
La sal de la vida es andar de un lado para otro, tal vez, algú día establecerse, ser feliz. No necesitar mucho para estar bien. Solo necesitas lo que tienes a tu lado. Ese es un buen comienzo.
El agua de la vida es todo aquello que te impulsa a seguir adelante y querer probar muchas cosas, vivir muchas situaciones, cambiar de vida cada día, afrontar lo que te da miedo cada noche. Seguir siendo uno mismo.
Sigue siempre hacia delante. Pase lo que pase. Le moleste a quien le moleste.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
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