Cuando cae la noche sobre la ciudad, es en ese momento de paz, donde no se escuchan voces, se está en paz. Estás tú, el ambiente y todo. Es un vínculo real y tangible que casi se puede tocar. Es extraño, pero se puede sentir. Como un escalofrío al abrirse una puerta al otro lado de la casa.
Siempre me ha gustado más esa época del día. La nocturnidad, la oscuridad. Dónde se ve la verdadera realidad, la única realidad. La buena.
Nací sobre las 4 de la mañana, me gustó hasta cuando no sabía ni que existía.
Y acabar la noche, totalmente borracho, acabar una noche con la mujer a la que adoras, es una gran noche. Una grandiosa noche. Una hermosa noche.
Dormir feliz, soñar siendo feliz. Sueños de nubes de algodón de azúcar.
martes, 7 de diciembre de 2010
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