El cine, hablo del buen cine, es algo mágico, intangible, que se escapa a cualquier elucubración y cualquier estudio racional que podamos hacer. Si miras una película con detenimiento y te olvidas de todo, ten cuidado, ya estás atrapado en eso que se llama fascinación. Igual que cuando ves una mujer hermosa o algo que hace que tu corazón quiera escapar con eso que estás viendo, dejándote a ti, de lado.
Llevo unos dos años viendo cine de muchos quilates. Aunque el cine me guste desde siempre. Ni me acuerdo cual fué la primera película que ví. Tengo algunas candidatas, pero no me arriesgo por ninguna. No me gusta ofender a las señoritas de buen ver.
En estos dos años he podido ver un grandísimo nivel de cine gracias a tres cosas, la primera: mi amigo Rafa, la segunda: el maravilloso Internet, y la tercera: mi propia persona, mi maduración como persona podría llamarse, miro películas que antes ni soñaba con poder apreciar.
Y por ahora solo he encontrado dos películas que sea redondas, es decir, perfectas.
Y estas películas son: El Padrino (The Godfather) del año 1972 y El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard) del año 1950.
Son perfectas: no le sobra ni le falta nada. Son redondas. Por lo menos, por ahora solo he encontrado esas dos.
Algunas que se le acercan: La lista de Schindler, Alguien voló sobre el nido del cuco, El gran dictador... Tal vez algún día suban un peldaño más en mi Olimpo personal y se conviertan en un clavo ardiente de felicidad en mi alma.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario