Te escribo esta carta pregúntandome si existes o no.
Si existes porque yo tengo una vida perfecta: nunca me faltó de nada, mis padres me quieren, tengo una hermano estupendo, y las cosas me van bien.
Y cuestionándome si eres un invento del hombre para darle sentido a sus pequeños mundos y a sus vidas.
Ultimamente he estado muy triste. Veo que el mundo se va por el desagüe. Cada día hay más vidas en juego. Más niños que lloran hasta que mueren de hambre. Y nadie los escucha. De guerras estúpidas que se luchan en todos los frentes: por religión, ambición, dinero o por un pedazo de tierra inservible y estéril.
Por eso te escribo esta carta, por dos motivos: para darte gracias por mi vida y para pedirte cuenta de que dejes a tantas personas así, de esa manera, a la deriva. Y que aunque estés en todas partes mires hacia otro lado. No eres el dios que creía, y no me gusta esa sensación, quiero crrer en tí, confiar en tí, pero no me lo estás poniendo nada fácil.
Y lo peor es mi desesperanza al rezarte, sé que es difícil escuchar a millones de personas todos los días. Pero antes me hacías más caso. No te estoy reprochando nada, solo quiero que soluciones esto. Antes de que el mundo se vaya al traste. Y antes de que me pierdas para siempre.
Quítame algo de felicidad si con eso puedo ayudar a muchos más. No soy ningún mártir, solo quiero mejorar las cosas. Mejorarlas de verdad, no que se quede todo en papel mojada, en polvo. Quiero ayudar. Te estoy dando una salida, y ayudándote en ese complicado trabajo que es guiar el enorme rebaño del que eres dueño.
Aquí está mi granito de arena, no es mucho, pero es algo.
Así que no te molesto más y me despido. Espero que leas mi carta y te haga pensar, aunque lo sepas todo, a veces es muy bueno pensarse las cosas con detenimiento.
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