Después de ver una peli que no es tan buena como parecía, no hay mejor visión que ver la ciudad llena de luces y poca gente por la calle. Hace frío y no te metes las manos en los bolsillos porque aún te queda refresco y palomitas y las quieres acabar. Pero no pasa nada, así sientes la circulación en tus manos. Vas con dos amigos hablando de una cosa y otra. De todo un poco.
Y sigues viendo esas luces y piensas en lo espectacular que es una ciudad y porque estás en sintonía con ella. Y sigues con tus palomitas.
No todos los días son para obras maestras, pero siempre hay cosas por las que saber que estás vivo y enseñar al mundo porqué estás en él.
P.D: Cómo cambian los barrios y las ciudades de vivirlos de día a vivirlos de noche.
martes, 25 de enero de 2011
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