Estoy pensando en ti, y suena el teléfono, no tengo ni que mirar quien es. Ya lo se de antemano.
Solo giro mi cabeza hacia el sonido y me dirijo a escuchar tu voz, me relaja y me reconforta, me imagino una sonrisa que se dibuja en tus labios mientras me hablas de una cosa y otra.
Te sueño más veces de las que me acuerdo, casi nunca me acuerdo de los sueños en los que apareces, pero me da igual, son hermosos y completos, y apareces en ellos de distintas formas y variados olores, como tus perfumes, como tu olor, como tu misma.
En unos apareces como una princesa en lo alto de una torre con nubes negras cerniéndose sobre mi cabeza y sobre mi alma, pero ningún dragón de feroces fauces y aliento flamígero me impide ir a sacarte de cualquier laberinto de tristeza donde te hayas aunque solo sea un segundo, un suspiro.
Hay otras veces donde cualquier lugar, cualquier plaza, cualquier amanecer del mundo, me recuerdo esa playa de paz y olas lentas acompañadas por esa luna grande con extra de queso, un murmullo del mar me trae siempre tu nombre y el sueño sigue su curso, pero este sueño es le mejor, es real, real como cuando me pides la mano con un movimiento de la tuya y te la cojo para caminar por senderos de verde felicidad.
Una llamada tuya y escuchar tu voz es la ecuación perfecta para volverme a sentir bien.
martes, 22 de marzo de 2011
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