Creo que la infancia es una de las mejores épocas en la vida de una persona. Claro está, una infancia buena, que tus padres te quieran, que no pases penurias y que seas feliz. Como la mía.
Es cuando descubres el mundo, pierdes algo tan bonito como la inocencia y sabes que eres una partícula dentro de ese mundo que sin ella giraría, pero no de la misma forma. Es decir, lo único malo es perder la inocencia, pero ganas otras cosas, como sabiduría y experiencia.
Yo siempre fuí un niño tranquilo y feliz. Muy tranquilo, sabiendo que mi madre estuviera cerca y con un libro, un coche de juguete o un dinosaurio, era el ser más completo del planeta. No me metía en ningún lío. Era yo contra el mundo. Y el mundo se portaba bien, así que nos llevamos siempre bien. El a su vida y yo a la mía. Es así de fácil.
Por eso nunca entenderé a la gente que dice que siendo niño quería ser grande. Disfruta de la vida, les diría yo a la cara. Y más si te tocó un hermano tan divertido como el mío. Siempre metido en líos que yo ni siquiera sabían que pudieran existir.
Ya lo dijo el primer pacifista de la humanidad: "Dejad que los niños se acerquen a mí, porque de ellos será todo, todo lo que este mundo contiene"
Lo sé, añadí alguna que otra parte, pero así es más redonda.
miércoles, 2 de febrero de 2011
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