domingo, 6 de junio de 2010

Día casual, Noche animal

Madrid, sábado día de la revolución.
La tarde pasa placentera y bastante calurosa para principios de Junio. Los elementos, los de siempre. El lugar, El Retiro, ir a ver libros y personas famosas y escritores firmando a gente común. Hace calor, compro un Sprite y un bocadillo muy frío de jamón con tomate. Qué combinación de sabores.
Me llaman dos cosas la atención. Encuentro un ejemplar igual que el mío, de Kafka en la orilla. El mismo precio impreso: 24 euros. Hará unos cinco años que lo compré. El precio no ha cambiado un ápice, eso sí, ya lo he leído dos veces. Ahora mismo está en el casa de nuestra camarera favorita del Villa de Arbo. Expandir la mente y regalar conocimiento. Hay pocas maneras mejores de compartir.
La mala es que vemos a Esperanza Aguirre, huele a azufre. Algo habrá segurmanente en el aire.
Me acuerdo de una canción de Seu Jorge mientras miro y observo a mucha gente haciendo capoeira y dándole a sus tambores para crear una batucada. La gente mira ensimismada.
En dos horas vemos casi todos los stands, y cosa rara, no compramos ni un solo libro.
En nuestro fuero interno, guardamos el dinero para emborracharnos. Yo, en parte, sí.
Llegamos como vinimos, caminando. Hacia nuestro Templo favorito de la felicidad, dónde sirven cañas baratas y solo hay variopintos personajes (nosotros, inclusive).
Hoy no hay fútbol, solo baladas lentas de los ochenta pasadas de época.
Empieza verdaderamente el día. Y somos seis, una parte de un todo cadza uno de nosotros.
Entre risas y conversaciones trascendentales llegamos al apogeo. Un licor café. Y pagamos y nos vamos.
Otros sitios nos esperan. Otros ojos nos vigilan.
La cadera de la camarera de ébano es un tiovivo sicodélico de placer. No mires o estarás perdido.
Y nos vamos, porque cierra. Dando bandazos.
Llegamos al epicentro. A Sol.
Nuestro último y más favorito sitio. El que más tarde cierra. Aunque hoy no.
Antes de las cuatro fuera. Vi a una mujer hermosa de 35 años.
Ya no la volveré a ver.
Así acaba la noche.
Hasta la próxima.

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