Poco antes del amanecer siempre me levanto de sopetón. Súbitamente miro hacia tu ventana a ver si enciendes la luz como todos los días. A las 7.35, me gusta esa hora desde que sé que vives y respiras dentro de esa casa. Sólo te he visto contadas veces, tan pocas como granos de arena despilfarrándose por mis dedos. Pero aún así, estoy loco por ti. Si, lo sé, es una locura insana. Y tu sola presencia me hace de despertador. Pero qué quieres que haga. Eres la mujer de los vestidos felices y el carmín más rojo y hermoso que he visto pegarse a unos labios.
Ya es la hora de comer y sólo pienso en irme a dormir para soñar como es debido contigo. Unos sueños a la carta. Dónde además de la luz que sale por tu ventana, también te veo a ti.
jueves, 24 de junio de 2010
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