Hoy en día y pasada ya una década del maravilloso pero imperfecto siglo XXI, donde el hambre sería una utopía vencida, hay una cosa que sigue siendo igual de triste: los prejuicios y más importante su consecuencia, el odio.
Hay que ponerse siempre en la piel del otro y si son pensamientos buenos, aunque sean distintos a los nuestros, simplemente aceptarlos.
Os voy a poner un ejemplo; el caso de la niña a la que echaron del colegio por llevar un hiyab o velo islámico. Hay dos posibles vías en esta historia, si estaba en un colegio adscrito a alguna orden religiosa acorde con al religión católica pues no podría llevarlo porque en ese colegio existen esas normas. Pero si está en uno público, si podría llevarlo porque la Constitución la ampara. Así de simple y así de fácil.
Y os dejo otro ejemplo el mío propio, espero que os guste y lo más importante que os haga pensar.
Nací en México D.F, de padres gallegos, mi madre es creyente y practicante, yo ni uno ni otro aunque simpatizo con las enseñanzas budistas, vivo en Madrid, hablo gallego e inglés, ahora mismo llevo un pantalón del A.C. Milan, me encanta la literatura japonesa, quiero vivir en Australia, adoro a la gente londinense...bueno, creo que os haceis una idea, no?
Pues eso.
Hay muchas verdades y muchas maneras de llegar a ellas.
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