Y le dijo: -Cómo me gustaría estar en una playa desierta, una calita de esas de reportaje de tarde por la 2 y sólo preocuparme de si la brisa viene de un lado o de otro. Prepararme una bebida revitalizante y mirar tu cuerpo tostándose al sol mientras me imagino (y lo se de primera mano) que puedo sentirme la persona más afortunada del mundo.
A lo que ella, sin pensárselo dos veces, le respondió: -Yo me imaginado esa playa, centenares de veces, y también mi única preocupación, es de que color es el agua. Siempre me la imagino de ese azul casi verdoso que parece que te traspasa y que se ve el fondo
El estando en la misma onda, le consuela: -Esa playa sabes que existe, sólo que no das ese paso definitivo
Lo sé, dijo ella, pero no estoy segura de nada, solo estoy segura de esa playa y de estar ahi contigo
Entonces cuando estes preparada ahi iremos, le comentó mientras la abrazaba
Fuera hacia un día demencial, de esos que parecía que no ibaa parar de llover en eones. El viento azotaba cada cristal de esa cómoda habitación donde se encontraban los dos
Nueva York parecía una postal gigante en esos momentos, una postal lluviosa, eso sí
Un trueno como lanzado por alguien desde un lugar lejano en la estratosfera les hizo apretarse aún más uno sobre el otro
Pero bueno lo importante del caso es que ella se sentía cómoda, tranquila
Y esa playa añorada estaba más cerca
Todo volvía a estar en su sitio
Y ya no soñaría más con aquello
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