Es de día. Se despierta muy, muy tarde. Ha dormido toda la noche y parte del día siguiente muy profundamente. Es como si le invadiesen las tinieblas. Una oscuridad total. Pero todo está en su sitio. Su cerebro en su sitio. Sus ojos moviéndose a ráfagas cada vez más veloces. Su corazón cargando y cargando sangre. Lo normal.
Sueña con su madre. El ser más puro que conocerá jamás. Sueña con ella. Pero esto es algo fuera de lo común. Cree que está a su lado. Pero, inconscientemente mueve su brazo en su búsqueda, pero no hay nada, solo humedad y una sensación de abandono que lo inunda todo.
Sueña con su padre. Un sueño corto y esperanzador. Es curioso aquí lo ve con buenos ojos, con ojos bondadosos, con ojos piadosos. Es solo un santo caído en desgracia al que le han jodido la vida una solo vez, pero para siempre. Nunca hay que dañar a un niño, son seres perfectos, y una vez que pasas a un lugar donde no eres bienvenido, tu cara se quedará grabada en su alma.
Sueña con su abuela, y sueña que no la echa de menos, que está ahí con el hablando de todo. Y de nada. Están sentados en una mecedora en un jardín que no logra identificar, pero como pasa en los lugares en los que te sientes bien. Le da igual, es más, es mejor porque es algo que solo ellos dos comparten. Es un secreto a dos bandas.
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