Ese pájaro trasquilado carente de emoción me cuenta historias carentes de imaginación, porque se perdió en los antiguos libros de papel, me pide que me quede a escuchar sus relatos fantásticos de reyes, princesas y magos de luengas barbas. Me comenta que lo pasado algún día fue real, que ocurrió de verdad. Yo, incrédulo, solo puedo mirar a sus ojos grandes y verdes, llenos de sabiduría, sin un final aparente, pero sumidos en un pozo impenetrable de tristeza. Como de soledad por alguien que ya no está.
Relata paso a paso con fuerza de hormiga y tenacidad de escribano pasajes carentes de pausa, de frontera, de una bandera hace tiempo quemada y olvidada.
De vez en cuando suspira como buscando en su memoria los detalles correctos. Hace eso para diferenciar la realidad de la ficción.
Pero se extravía por laberintos imposibles sin poder hallar la salida de sus propios sentimientos.
Que difícil es la vida para los pájaros como yo, me espeta mirándome muy fijamente a los ojos. Como diciendo que nosotros, los humanos, teníamos todo para ser verdaderos dioses. Y nosotros, solo nosotros, mandamos todo al limbo. Convertimos un maravilloso todo en un negro nada.
Un gigante con pies de barro, me repite una y otra vez, como tarareando una vieja cantinela de algún anciano aún más viejo de miles de años.
Eso son los humanos, me señala con el dedo, pero su voz me llega desde muy lejos, muy lejos, como si su voz tuviese vida propia. Eso son los humanos, un poderoso gigante casi infinito con unos pies de barro. Y todos vuestros errores mayúsculos son el agua que destruyo esos pies convirtiendo al gigante en alguien postrado.
A mi amigo el pájaro se le ve cansado, se le mira cansado, se le observa cansado.
Yo me pregunto porque me cuenta todo eso, es posible que yo sea alguien especial, alguien distinto, alguien mágico. Pero pronto me doy cuenta que solo soy alguien que le escucha. Alguien que le escucha muy atentamente. Alguien que casi lo venera por la forma en lo que cuenta todo lo que pasó.
Interiormente le doy las gracias por ser tan sincero y por ser tan directo. Las buenas y verdaderas historias son reales, da igual si ocurren de verdad o en la imaginación. Lo demás, importa poco.
Tiene arrugas como surcos de arado, firmes y marcadas.
Lo miro muy detenidamente, cada día parece que envejece un año más. Solo parece que la luna apacigua un poco su pronto final.
Es algo que los dos sabemos. Es un secreto a voces compartido solo por dos personas.
Le pregunto si necesita descansar, pero antes de terminar mi pregunta ya se la respuesta.
Afirmativo, me responde al estilo militar de otras épocas.
Lo veo levantarse de su mecedora de nogal, parecen un único ser cuando está sentado. Un ser prodigioso, benevolente, casi de otro mundo.
Mi amigo el pájaro reanuda su marcha saliendo de la habitación. Levantando una mano me dice que mañana será otro día. Un aura de tristeza inunda todo su ser. Pero no es algo malo, son cosas que ocurren, solo hay que saber vivir con ellas.
Yo me quedo rumiando sus palabras.
Una noche más soñaré contigo, y no querré despertar, hay algo de espiritual, algo que necesito conseguir cuando estoy contigo. Pronto estaré en el mundo de los sueños, esperando que te sientes a mi lado.
Y te contaré historias únicas de mi amigo el pájaro.
lunes, 19 de marzo de 2012
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