En su mano izquierda un reloj hermoso llevaba, dorado y negro a partes iguales. A veces daba la hora, había días en que se atrasaba pero era feliz porque sabía que estaba atado a algo más grande que el: El Tiempo. Sí, el tiempo en mayúsculas.
El Tiempo era todo y nuestro protagonista solo una mota de polvo tendiente a borrarse, un sueño soñado tal vez por un niño malcriado, un chispazo de luz en la inmensidad del universo, es decir, era nada. Por eso, cada que vez que miraba fijamente a su reloj con una sonrisa, era feliz.
No importaba la lluvia queriendo entrar por su balcón o si le había ido mal con su jefe, El sentía dentro de su corazón que había seres como el que lo miraban a través del tiempo y del espacio. Y así, ya nunca se sentía solo, perdido, insignificante.
Para los otros (así llamaba él a los demás) el tiempo no era importante, nunca se paraban a hablar con el, a preguntarle que tal le iba, porque estaba enfadado. Y claro, así les iba, siempre corriendo de aquí hacia allí sin parada, sin descanso.
Siempre que estaba triste miraba a su reloj dorado y una pequeña sonrisa salía a flote en su triste cara.
viernes, 4 de noviembre de 2016
miércoles, 9 de marzo de 2016
Luto blanco.
Luto por ti que me diste felicidad o tu otro tu que solo me diste oscuridad
Sin existir en mi memoria te hiciste enredadera en mi corazón
Aparecer de repente con la alta frente
Y perecer un segundo en más de una ocasión
Blanca mirada de ilusión y esperanza
Frenética risa que acelera una pasión
Que te vaya bonito allá donde vayas
Olvidarte un segundo de mi tiempo tardón.
Sin existir en mi memoria te hiciste enredadera en mi corazón
Aparecer de repente con la alta frente
Y perecer un segundo en más de una ocasión
Blanca mirada de ilusión y esperanza
Frenética risa que acelera una pasión
Que te vaya bonito allá donde vayas
Olvidarte un segundo de mi tiempo tardón.
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