¿Sabes qué? Que ya no existes, ya no estás, ya no eres. Y el peso que amargamente sobre mis pequeños hombros me pusiste se esfumó cual vaho derrotado por un dedo en un cristal.
Desapareciste como hacen los cobardes ladrones de sueños rotos.
Caiste de un pedestal construído de miedos que ahora solo son ligeras cicatrices.
Perdiste porque yo sigo en pie, tambaleándome si, resistiendo esa sinrazón que tu mantenías a rajatabla.
Cuando yo quiera te haré desaparecer a las vidas futuras.
Y ni siquiera polvo en mi memoria serás.
sábado, 26 de septiembre de 2015
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