Este sucio mundo es un vertedero nauseabundo, pero hay momentos, instantes, reflejos de felicidad que se te clavan en el alma, esos ojos almendrados que solo te irradian paz y calma, plenitud y totalidad. Hay que pelear por esos momentos, breves pero inmortales. Solo los fuertes sobreviven a esta realidad.
Tal vez en otra las almas estarán completas.
Pero en ésta no.
Hay que seguir, seguir. Y cuando no podamos más: seguir.
Luchar no ya solo por uno. Luchar por los demás, por los que importan de verdad.
Seguir.
Luchar.
No claudicar.
Esperar a que esos ojos no derramen lágrimas de tristeza.
Solo poderosas razones para seguir viviendo.
Y luchar.
lunes, 12 de mayo de 2014
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