Si algo tan habitual como ir a comprar el pan se convierte en una anécdota y en una invitación al sexo más sucio y procaz, y al atrevimiento más loco es que donde te encuentras no es un sitio cualquiera, no es una ciudad más.
Es una ciudad especial, donde en una noche puedes estar tomándote algo en cualquier bar y poco después tener tu propia empresa de venta de procedencia china. Y que una mujer desconocida te salte encima sin saber quien es para después darte cuenta que es una amiga tuya.
En esta ciudad tan felina, los gatos en la noche son más que pardos.
Una forma de redención se puede encontrar al pasar la esquina, al torcer la calle hay un trozo de sol esperándote solo a ti.
Que bárbaro es el ser que quiere pasar por este mundo en puntillas. Hay que tocar la tierra y olerla para que ese olor te impregne hasta el día que no seas más que polvo.
Mi idilio con Madrid suma y sigue.
sábado, 11 de septiembre de 2010
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